sábado, 13 de diciembre de 2008

¿Y si acompañamos con algo el fin de la tablita?

Ayer derogaron la ya famosa tablita de “Machinea”, lo que en esta época de crisis económica mundial y anuncios económicos varios, es en sí, la primera inyección de dinero en los bolsillos de los trabajadores; eso sí, en los trabajadores que posean sueldos superiores a los siete mil pesos, laburantes de la clase media, en general, buenos consumidores.
Ahora nos queda preguntar, en que beneficia esto a la clase trabajadora popular, al obrero que cobra su salario a partir de las horas laboradas, sin un monto mínimo mensual fijo, a ese que la crisis le sacó las pocas horas extras quincenales que le hacían tener algún mango más en el bolsillo para intentar cubrir sus necesidades mínimas siempre descubiertas. EN NADA.
Creo que para que la clase obrera vea ese peso de más en el bolsillo, se hace indispensable eximir del IVA a los productos básicos de la canasta familiar, como sería el pan, la leche y sus derivados, la harina, el arroz blanco, los fideos, las frutas y verduras de estación, los huevos y los cortes populares de carne, todos ellos integrantes de la dieta básica del obrero argentino.
Esto debería estar controlado a partir de las listas de precios de venta al público vigentes al 1º de diciembre del 2008, ya que sabemos que los muchachos de la UIA son demasiado hábiles como para engrosarlas proporcionalmente, para seguir ganando el mismo dinero y que los productos no desciendan ni un centavo su valor al público.
Con ello estaríamos beneficiando a las clases más necesitadas, le pondríamos a esos trabajadores un mango más en el bolsillo que les permita alimentar a sus hijos con un poco más de tranquilidad, pese a que sabemos todos que las clases más necesitadas tienen una deficiencia alimentaria en sus hijos que llega a parámetros alarmantes, que provocan crecimientos y desarrollos mucho menores a lo deseado para un niño de nuestra sociedad.
Sra Presidenta, por favor, que el hambre de nuestros niños, de los niños de padres obreros y trabajadores carenciados, no sean la variable de ajuste de esta crisis, porque el hambre asesina y también mata en vida.

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